jueves, 12 de enero de 2012

DON JOSÉ MIGUEL RUÍZ MORALES

  Tras haber transcurrido veinte años desde la contienda civil de nuestro país, superada la posguerra, cicatrizadas las heridas y con una Europa reconstruida y emergente, el Estado Español empieza a sufrir una metamorfosis aperturista hacia el exterior internacional. Así de liderar el Ejecutivo un grupo de maduros militares que realizan una política local y cuartelera, se hace una apertura con gobiernos técnicamente más preparados, los llamados “Tecnócratas”, políticos jóvenes que aunque de tendencia ideológicas de derechas, generalmente del Opus, y tienen una formación académica envidiable así como una  gran preparación técnica en los cometidos que van a desempeñar; abogados, economistas e ingenieros que van a empezar a llevar el timón de nuestro país bajo la tutela paternalista del dictador.

  Nuestro protagonista es uno de ellos, es un tecnócrata, un dirigente en el poder. Al principio de los sesenta tiene cuarenta y ocho años, pertenece a la Escuela Diplomática donde da cátedra de Política Económica, ha Estudiado Derecho y Ciencias Políticas y Económicas, y tras haber sido diferentes cargos internacionales de asesoramiento económico y comercial así como Director General de Comercio y Política Arancelaria desde 1957, ejerce de Director General de Relaciones Culturales. y representante de España en la Comisión de Expertos Culturales.

  Ruiz Morales representa a España en Europa culturalmente, esto es debido a que además de su gran preparación técnica, es un humanista, -culto, ameno –muy campechano, comunicador amante de la música, el arte, la historia- y extremadamente exigente en el buen hacer.

  Nuestro diplomático va a pasar a la historia como la persona –que en aquellos años-  metió a España en el concierto del Fondo Monetario Internacional y en el Banco Mundial, pero no por su gran labor en pro de la recuperación del Camino de Santiago.

  Sirva este trabajo para que de forma ordenada se expongan y analicen hechos que están desperdigados y perdidos, con ello llegaremos al esclarecimiento de una gran obra, - que no es un libro ni una película para la historia jacobea-, sino una labor la más de las veces anónima y olvidada, pero tenaz y laboriosa. Quizás no dejara la semilla deseada en España más variable a los vaivenes políticos –de los políticos- que meten en un cajón el trabajo del anterior equipo en el gobierno, sin analizar antes si son buenos o malos, provechosos o detestables, por el mero hecho de ser haber sido realizados por gentes  que no son de su tendencia ideológica.


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